Cada 24 de Septiembre como comunidad educativa celebramos el Día de Nuestra
Señora de la Merced. Es una festividad en honor a la Virgen de la Merced, quien
es considerada la patrona de los encarcelados y la libertad. Esta celebración tiene
raíces en la Orden de la Merced, fundada en el siglo XIII con el propósito de
rescatar a los cristianos cautivos, conmemorando a la Virgen y su mensaje de
liberación y esperanza.
La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una de las
advocaciones marianas de la Virgen María. Es equivalente también el nombre de
Virgen de la Misericordia.
El significado del título «Merced»es ante todo «misericordia». La Virgen es
misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a
ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.
HISTORIA:
Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los
cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era
indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado.
Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del
mayor número posible de esclavos.
En el año 1203 el laico, Pedro Nolasco, inicia en Valencia la redención de
cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo
dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar
redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para
rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar
la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y
Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto.
Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.
Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la
Virgen que funde una congregación liberadora. Según la leyenda la noche del 1 al
2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de
Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de
fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón
de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya
haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora
a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes,
expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María:
-”¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de
tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?”:
-“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre
purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de
Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo: ”Mira que éste ha sido puesto para
ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de
contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”:
-”¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer
que tú me mandas?”:
-“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregación
en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo,
estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de
contradicción para muchos."
Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el
Conquistador y aconsejado por san Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se
fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre
liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la
Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la
Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el
nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los
cautivos, mercedarios. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el
escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón
y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro
Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la
congregación mercedaria.
En las primeras Constituciones de la Orden, en 1272, la Orden recibe ya el título
de «Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de
Santa Eulalia de Barcelona».
Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes
mercedarios del cautiverio de los musulmanes.
DEVOCIÓN:
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por
toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de
redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América,
en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción
se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano.
La llegada de la Orden religiosa de los mercedarios a América, un poco
relacionada con el antiguo espíritu de los caballeros que fueron a las Cruzadas a
Tierra Santa y juntamente con el culto de la Virgen Compasiva, coincide con el
poblamiento de las principales ciudades andinas cercanas a la línea ecuatorial
como son: Cuzco, Lima, Quito y la Villaviciosa de la Concepción o San Juan de
Pasto en Argentina.
El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a
toda la Iglesia el 24 de septiembre. Pero a raíz de la reforma litúrgica del concilio
Vaticano II, en el año 1969 la fiesta se suprimió del calendario universal.
ICONOGRAFÍA:
La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a
partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario:
túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con en el escudo mercedario en
el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos
también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro
pequeño en la mano que ofrece a los fieles.
Suele aparecer tocada con corona de reina, y también con el cetro en la mano
derecha. En muchas ocasiones sostiene en la izquierda al Niño Jesús, que
también puede llevar un escapulario en las manos.
¡Piadosísima Madre de la Merced!. Ruega por nosotros.